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sábado, 30 de junio de 2012

Dime de qué te disfrazas y te diré de qué careces...

Si hay algo que me gusta en esta vida son las fiestas de disfraces... Es una afirmación que sostengo con orgullo y sin vergüenza.
¿Será por tantas horas de danzas acumuladas?, habrá sido el gran Hugo? que, para los cierre del espectáculo nos llenaba de lentejuelas y nos metía purpurina hasta en el culo al ritmo de "One" de A chorus line, al mejor estilo Broadway?
No sé de quién es el chancho pero la culpa es toda mía (?)

Tanto como los disfraces me gustan las anécdotas sobre las fiestas en las que ellos lucen...
Siempre dicen que la que de perra se disfraza, guerra quiere... Será?

Me acuerdo el día en que en una fiesta de amigos, entraron dos locas vestidas perfectamente iguales, zapatos de taco súper alto de charol negro, medias de red, puños de camisa y cuellos blancos, y muy poco más (un body, unas orejitas y un pompón...) Una rubia, la otra morocha. Entraron a la fiesta con unos tapados negros bien largos, abajo no se veía nada, se fueron al medio de la pista como para no llamar la atención (?) y se los sacaron como uno se saca una campera cuando entra a una casa.
A partir de ahí recuerdo solamente un par de chipotes chillones de unas chapulinas, unas cachiporras de unas policías y algún que otro objeto contundente con el que las pobres conejitas tuvieron que lidiar toda la noche (estaba llena de "maridos" la fiesta y el mujeraje se sintió amenazado, imagino, aunque no entiendo todavía el por qué!) Las minas se fueron solas.

En otra oportunidad una de ellas se disfrazó de caníbal (pura piel) y también de bebota obteniendo el mismo resultado!

Recordar a esta amiga me deja en la boca esta conclusión:
Si querés divertirte, pasarla realmente genial e irte solita a tu casa, la próxima fiesta de disfraces a la que te inviten, no tengas miedo y sacá la perra que hay en vos!
Mostrate bien yegua, andá de domadora sado, de colegiala con la pollera bien cortita y la camisa atada (si no tenés tetas metele doble corpiño armado), de Gatúbela, de Marinerita de Almirante Brown total, que los tipos te ven demasiado mina, demasiado segura, y arrugan!

Ahora sí, si lo que buscás es un par de piernas que te calienten la cama, cazá el rosario, ponete la sotana y andate de monja!


Jim
(siempre muy normal)
 lamento no tener la de las dos pibitas esas

1 comentario:

  1. En efecto, nada atemoriza más que una mujer bien plantada... El siempre frágil ego masculino prefiere la seguridad de estar a cubierto y mejor dedicarse a víctimas que "parezcan" estar en desventaja...

    Aunque nos encante a todos ver, nos da miedo tocar. ¿irónico, no?

    Abrazo!

    G.

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