Salió del conventillo como buscando una respuesta.
Era la media noche de un día nublado. Por la neblina las amarillas luces de los
faroles lo desdibujaban todo. De vez en cuando sombras compadritas lo
acompañaban algunos metros. La figura estilizada estaba siempre vestida de
punta en blanco. Leones negros como la noche más oscura, camisa almidonada con
cola de pescado, pañuelo al cuello, tiradores y polainas. Los zapatos merecían
descripción aparte, tal vez la realice luego, por el momento sólo voy a
destacar su lustre, su pulcritud. Sobre su cabeza infaltable el funyi.
Florián era un pobre pibe, de bacán sólo la pinta.
Horas en el frigorífico cargando la carne de “a los que les había llegado su
San Martín”, permitían sus lujos en las pilchas y ayudar a su vieja, persona
por la cual se desvivía y lo daba todo. El amor no había pasado por el
conventillo, pero él si había visitado algún que otro zaguán.
Lo que perdía a Florián eran las juntas...
El Gringo era un tipo cualquiera. Pilcha, lo que
había; para comer, lo que alcanzaba (no le era raro el pan con mate cocido). Lo
que ganaba lo hacia levantando quiniela en el barrio.
El Pulga, Carlitos, un punga de profesión, afanaba a
todo el que venía de visita al barrio, no perdonaba ni a los ancianos, en
realidad, ese no era su fuerte... Carita angelical, petiso, chiquito, parecía
un purrete, y con una labia que hacía caer las lágrimas en los abuelos a los
que se les acercaba. Lágrimas que después eran de bronca!
El peor era Juan, él si las había pasado feas. En la
cárcel, por un asalto que terminó en sangre. Diez años, una eternidad...
Igualmente no se corrigió, siguió robando, siguió tentando a la suerte.
En la esquina, la milonga; a unos metros los
muchachos. Al pasar le chistaron, en ese momento se acordó de su vieja que le
repetía hasta el cansancio que no se juntara con “esos”, que buscara buena
gente, que no valía la pena, que un día se iba a arrepentir... Pero ese no fue
día para seguir su consejo, tenia unos mangos en el bolsillo, había cobrado
unas changas y quería jugarlos a los dados... Se acercó y ahí empezó todo...
Juan contó que había llegado al barrio un bacán,
auto, casa y una billetera abultada. Ya lo tenia junado, sabia sus horarios,
los lugares que visitaba y su perdición, la timba. Habían entablado conversación y Juan, sin más, le dijo que lo esperaba
después de la media noche en el club. Hasta ahí fueron. ¿Por qué? Para jugar...
y ver si le podían “sacar” algo, y le sacaron algo, le sacaron más que eso, le
sacaron todo... La cosa se puso fea, gritos, empujones, puños, sangre. Alguien
sacó una faca y le dio un puntazo...
Juraría que no fue Florián, pero cuando llegó la
cana, lo único que quedaba era el muerto, el cuchillo, él y la ropa que siempre
le lavaba su madre, teñida en sangre...
Jimena, para cuando me pongo seria
Ahhh pero que lindo cuando te salen estas cosas!! Ves? Por eso me gusta leerte!
ResponderEliminarGracias!
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