Mediante una operación llamada Rosario, ideada por el
Alte Jorge Anaya, la Junta Militar decide el desembarco en Malvinas la
madrugada del 2 de abril de 1982.
En un momento político realmente nefasto para la sociedad,
que dejaría un daño irreparable, que desarmaría más de 30.000 familias, hijos
sin padres, hermanos sin hermanas, padres sin hijos, abuelos sin nietos, un par
de locos jugando a ser Dios deciden, solucionar un conflicto que venía desde el
33, no 1933: 1833…
Obviamente un par fueron las causas que los llevaron a tal
plan, pero una de ellas fue considerar que, como el Reino Unido les había dado
a los isleños la ciudadanía de segunda clase, las islas le importaban poco; el
proveerse de armamento y gente les sería complicado por las distancias; que
como éramos un país “modelo” toda América nos iba a ser aliada y no los iba a
ayudar, entonces ganar la guerra iba a ser fácil... En casa siempre me
enseñaron lo mismo: “no cuentes los pollos antes de nacer”, se ve que a vos no
te lo dijeron y seguiste adelante con tu idea. ¿En serio pensaste que toda América
te iba a apoyar? Que le ibas a ganar la guerra a un país líder en colonialismo,
en toma, en posesión y que lo ibas a hacer con pibes de 18 años, inexpertos,
que no sabían lo que era un FAL hasta que tuvieron que, en un lugar desolado,
cagados de frío y de hambre cargar uno por salvar su propia vida? Además de
borracho y omnipotente te creíste genio… Bueno, no.
Terminé personificando y no es la idea, fue culpa de muchos.
La idea es rendirle homenaje a los 649 argentinos que
quedaron, y a los que volvieron: abrirles las cortinas de esos micros y hacerlos
llegar a plena luz del día, con un pueblo esperándolos con Banderas en las
manos, con “Gracias” en las bocas, con abrazos que quiten un poco tanto frío,
con palabras que calienten tanta desolación, tanta impunidad.
Soldados de
Malvinas por convicción, por decisión o por sorteo, no importa, hicieron por
muchos lo que ellos mismos no se hubieran animado, atrincherados y cagados en
las patas defendieron a su familia, a su pueblo, me defendieron a mí…
Sin saber
cómo, a como pudieron.
A ustedes, mi más absoluto respeto.
A los otros ya le está quedando chico el infierno.
Pido perdón como argentina por todo lo que merecieron y no
tuvieron. Me queda la esperanza de que algún día, y de forma menos absurda y totalmente
pacífica, vuelva a izarse la Bandera Argentina en los mástiles de las Islas
Malvinas, las Georgias del Sur y las Sándwich, como hace 30 años, como en ese 3
de abril, cerca del mediodía.
Oscar "el Coli" Zeballos (el pibe de la izquierda), vivió ese infierno, pero nada, absolutamente nada, le sacó toda la alegría que transmite al verlo y ni hablar al escucharlo.
El Coli, de esa guerra, mi orgullo más cercano. Beso primo!
Jim
(como dijo San Martín, "una derrota peleada vale más que una victoria casual")
"Cada cazco, una cabeza,
cada cabeza, un hombre,
cada hombre, una vida..."
Honor y Gloria a los caídos en Malvinas
Honor y Gloria a los que volvieron...