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miércoles, 16 de febrero de 2011

Cegada por las citas...

Estás tan sóla y hace tanto tiempo ya, que tus amigas deciden, en una de las tantas reuniones de fin de semana, que te van a "buscar" a alguien para presentarte. Empiezan hablando de Carlos, un viejo compañero de la primaria. Clara pregunta: ¿Te acordás de Carlitos? El otro día estaba chateando con él y me contó que estaba un poco perdido, se acaba de separar! Hacía 12 años que estaba con Marina, pobre! tenían muchos amigos en común, entonces se estaba tratando de acomodar a la situación, para colmo todos los amigos de la secundaria son casados así que no tiene con quién salir... Ya sé! continúa, qué te parece si nos juntamos con los chicos y lo invitamos? Te va a caer re bien! (Yo no hice la secundaria con las chicas, nuestra amistad comenzó un poco después) Te parece Clari? Es recién separado, los tipos lo primero que quieren después de separarse es vivir la vida que no vivieron, hacer lo que no hicieron y joder como no jodieron! Pero no! ¿No te estoy contando que está re bajón porque no tiene con quién salir? Te va a encantar!

Pasa la semana y arreglan todo para la cena del viernes. Involucran a toda la familia, lógicamente, entonces hacen una reunión con maridos y novios... Y Carlitos...

Llega el viernes, yo me baño, me plancho el pelo, me pinto (ahí es en donde ustedes se dan cuenta de que no estoy hablando de mi, porque yo jamas me pinto!) y voy para la casa de Fabiana. Toco el timbre, entro y todo el mundo, incluídos los bombonazos de mis amigos, los maridos y novios de mis amigas, me miran con caras diferentes. Las de las chicas, de qué bueno lo que te va a pasar esta noche! y la de los chicos, como mirando un paquete de regalo del cual cuelga un tremendo moño... Pasan los minutos, nos estamos tomando unas cervezas (ven que no soy yo! no tomo cerveza)...

En ese momento se te cruzan por la cabeza mil cosas. ¿Cómo será? ¿Alto? Sí, me imagino que sí, mis amigas saben que me gustan altos... ¿Rubio? No, rubio ni a palos, nunca me gustaron los rubios (bueno un par sí, pero no viene al caso) no van a ser tan tontas! Con unas canitas... Qué lindo! Un morochón rústico, con unas manotas y brazotes abrazadores! Un alto, morochón, rústico, con manotas y brazotes abrazadores!
Mis caras mientras pienso van reflejando cada sensación, cosa que a los chicos parece entretenerlos bastante porque no dejan de mirarme... Me distraigo por un segundo y vuelvo a pensar en mi morocho... ¿Le gustará la música? Me muero si no le gusta! ¿Podremos hablar de política, de fútbol?... ¿Será pincha? No! Bue... otra macha más al tigre...

Qué buenas amigas tengo! Me ven sola y piensan en buscarme compañía! Son un amor! Suena el timbre. Ahí está! llegó! Sí, es MI hombre! El alto morochón, rústico, con manotas y brazotes abrazadores... Qué bueno! Me acomodo la ropa, me siento como una nena (estaba con los pibes en la parrilla, no daba), giro en dirección a la puerta y ¿qué veo entrar? A la reencarnación del petizo orejudo! Pero quién fue la hija de puta a la que se le ocurrió que este especimen del cuento de Blanca Nieves podría llegar a gustarme? ¿No es acaso él el que está dibujado en el cuento llevando la carretilla? Lo único que le falta es cantarme: Hi Ho... Hi Ho... Al bosque a trabajar...♫
Me quiero matar!

Ya está, no se puede hacer nada... Vamos a hacer un poco de ejercicio y fuerza de brazos y, a remar... Hola, qué tal? Antonio. Natalia le contesto. Los chicos no paran de mirarme con carita sobradora, las chicas... Las chicas son unas hijas de puta! ¿Qué hicieron? ¿De dónde lo sacaron? del casting para trabajar en el tren fantasma?

Nada, no coincidimos en NADA, para colmo, lo tengo sentado al lado (¿qué le habrán dicho sobre mi las muy yeguas?). No para un segundo de hablar del trabajo, no para un segundo de hablar de la ex... No para un segundo de hablar! Con semejantes orejas ¿no aprendió para qué se usan?...

A esta altura ya no sé qué podrá salvarme (creo que ni el Chapulín)... Y mientras que todos estaban hablando de la próxima cena, incluyéndolo, por supuesto, yo miraba la hora, el teléfono, la cara de los chicos, la puerta de la casa (en ese orden) una y otra vez, como buscando una salida... Y, al final, por milagro de no sé qué ángel, suena su teléfono... Era la mujer, la ex-mujer, pidiéndole que vaya urgente, que había puesto ropa a lavar y se le estaba inundando todo, nunca, pero nunca pensé que un elecrtrodoméstico me podría alegrar tanto, y, cual revelación divina al ama de casa moderna, llegan a mi memoria en ese mismo momento las palabras de Verito diciendo que podrá faltarle el marido, pero que nunca en la casa le falte el LAVARROPAS!

Jim

6 comentarios:

  1. Al fin y al cabo, en esto de buscar pareja, los heterosexuales y los gay no tenemos tantas diferencias... es más, siento que la historia que relatás ya la viví!

    Saludos

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  2. Excelente lección para quienes participan de citas a ciegas. Saludos.

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  3. menos mal q no fui a cita a ciegas el miercoles jajaja
    es todo un tema, nuestros amigos siempre nos buscan lo q les gusta a ellos, no los q nos podria gustar a nosotros...

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  4. Excelente, acabo de descubrir tu blog y me estoy dando una panzada!!!
    Muy buenas notas.Divertidas, ácidas, reales...gracias!

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  5. jajaj me encanto!!!!!!!!

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  6. jjajajaj si me habrá pasado! patéticos los que hablan de las ex!!
    ayer descubrí tu blog y no puedo parar de leer, me encanta, me cambio el humor, sos genial!!(Carla)

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