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martes, 29 de mayo de 2012

Blancos

Nunca escribí sobre mi, hoy tampoco.

Salí de casa rumbo al trabajo que ya casi no tengo y al llegar (tarde) me encuentro con que mi jefe había llegado antes que yo, y en vez de decirme: Hola!, te pasó algo? (llegaba 15 miniminutos tarde), me encontré con un Grinch que grincheaba un dulce y ameno"Mirá cómo me entero cuál es la verdad de la milanesa". Milanesas a las 7.45 no da, a esa hora van las mediaslunas (y la pasti blue).

Pero el día no terminó ahí. Fui a sacar el bono para ver el finde a mi fiel amor, hago la cola, no andaba la fucking máquina y le estaban vendiendo a cualquiera... Y cuando digo cualquiera léase "cualquiera" no había nadie del CoPROSEDE distinguiendo entre tipos de sangre o calores en el pecho. Compro mi Bono (uno aunque podría haber comprado mil) y me voy caminando hacia el auto. Subo, arranco y comienza la historia.

Al llegar a la mitad del camino entre casa y el infierno, justo en una rotonda, se me rompe. No entran los cambios. Intento una vez, dos, aguanto las puteadas, tres, y bajo a enfrentar la dura realidad. Abro la ventanilla y empiezo a empujar. Les recuerdo que tengo un TODOPODEROSO Fiat 600 blanco. Blanco como el pantalón que llevaba puesto. Los insultos se empezaban a confundir con barbaridades y preguntas como un "te ayudo bebé?" Hasta que me rendí y dejé que esa mano amiga lo arrimara hasta el cordón más cercano.
No conforme con darme por vencida y dejarlo ahí, a su suerte, me vuelvo a meter y a tratar de, al menos, hacer que entre la 2º. Lo logro, hasta el maldito semáforo, en donde el respetuoso señor que estaba delante mio decidió hacerme frenar. Nunca más entró ninguna marcha. Otra vez me dispongo a empujar, con mi pantalón blanco y ahí sí, decidí dejar que cualquier transeúnte (hombre, lógicamente) se digne a colaborar.
En ese momento amé a mi pantalón blanco atraedor de colaboradores, pero al minuto siguiente, cuando entre ellos intentaban emitir conjeturas acerca del daño, lo odié. Por qué no tener uno negro y poder tirarme abajo para corroborar mi sospecha? Si yo les decía: no es el embriague! es el manchón! "no, no... es el embriague que no hace tope, subite y apretalo, por favor" (le faltó decirme cuál era el embriague) Para qué contradecir, si con hacerlo tiraba por tierra todas sus teorías! Lo hago. Te digo que es el manchón! "no, no... ahora nosotros te empujamos, vos poné 2da y arrancalo, vas a ver que va a andar!" No. No va a andar", pero como todavía tenía paciencia lo hice. Anda una cuadra (con el aventón, logicamente) y se queda. Mientras ellos vienen caminando yo voy buscando moneditas. Llegan y también lo hace el micro que me llevará por fin a casa. Los dejo vociferando sus conjeturas, para qué escuchar si ya sé qué es! Los hombres no cofían en las mujeres mecánicas.

Hogar dulce hogar. El auto de mis viejos no arranca. Lo empujamos (otra vez, pero ésta a otro blanco, el fito mayor, el Uno de mis viejos) Salimos raudamente al rescate. Llegamos (a los tirones) hasta casi la rotonda y mi vieja se da cuenta de que el auto o tenía nafta. Para, sin valizas porque no tenía batería y dos viejos empiezan a putearla. Con la Mamma no! Me bajo y los sigo a las puteadas... Nunca esperaron verme de pantalones blancos... Silencio.

Cargamos nafta, damos vuelta a la rotonda y al llegar al Blanquito, Blanco se para! Naaaaaaa. Sí. Y no sólo eso, recalienta y no vuelve a arrancar. Esperamos entre charlas y conjeturas a que llegara papá (en micro, ya no hay otro blanco) y trajera consigo las herramientas para sacar la batería de mi auto, ponerla en el suyo y ver si así lográbamos llevar a ambos a casa...

Después de cuatro horas, varias empujadas, unos cuantos enojos; el pantalón blanco está ahora en remojo, en casa, al igual que los autos.

Ahora las preguntas son dos:
Por qué los hombres no pueden aceptar que una mujer sepa más que ellos sobre mecánica?
y la más importante:
Qué tendré que ponerme mañana para que alguien me lleve al trabajo?


Jim... (espero que ésta no continúe)

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